domingo

Imposible estar.

Andrés conversaba acerca de disfrutar de la cotidianidad. Para ilustrar su punto, habló sobre hacer o "colar" café e hizo la siguiente pregunta: -¿Te has imaginado alguna vez lo que sucede dentro de la cafetera?- y al pronunciar estas palabras, su imaginación voló.

Más tarde estaba Alfredo en su departamento, encendió el televisor y en YouTube buscó la banda sonora de Whiplash, -tal vez al ritmo del jazz se le haría más fácil escribir- y mientras escuchaba "Caravan" comenzó a tipear en su pantalla "Andrés conversaba acerca de disfrutar de la cot...", luego cambiaría ligeramente esa frase. 

Cuando escribía solía ir imaginando la escena que describía, pero esta vez, más allá de ser un simple espectador, se propuso "ser" los elementos de la actividad que propuso Andrés. Todo era como un bucle infinito, pues su pensamiento se adelantaba constantemente a la acción. Cuando, en el Café, Andrés sugirió vivir el momento, él ya se encontraba pensando en escribir sobre esa conversación, y en lugar de sentir el mullido sillón de cuero desconchado, en lugar de disfrutar de la taza caliente entre sus manos y del amargo sabor del café negro que acababan de ordenar, estaba pensando en llegar a su casa, colocar música, sentarse frente a la PC y tipear sobre la conversación. 

Se imaginó antes de ser "café colado" -¿qué podía ser?: Agua- pensó. Y fue agua, agua fría saliendo del grifo, cayendo directamente en la olla, describiendo pequeñas olas entre las paredes de metal. Agua ya más ligeramente tranquila sobre la hornilla. Sintió el calor subir por su ser acuoso, un calor burbujeante, un calor que la volvía vapor. Sintió como nacían burbujas desde su interior para explotar en su superficie, agitarla, hacerle hervir. Calma. Para después caer sobre el colador, su cuerpo chocando contra la superficie terrosa, el café marrón, casi negro, hudiéndose en sus recovecos, pequeñas islitas de café aún seco sucumbiendo al maremoto de agua hirviente, para luego sentir en todo su ser el penetrante olor, -hizo una pausa, Googleó "descripción del olor del café", carecía de las palabras precisas. Encontró "afrutado, caramelo, tostado, cereal, base, goma, fermentado, sabor a tierra, ácido y amargo." y se quedó sólo con algunos términos.- un olor tostado, salido de la tierra, tierra húmeda y fermentada. 

Y fue café. En sólo segundos el agua se volvió algo más y cada parte se su ser se fundió con siglos de conocimiento, con restos de tierras lejanas, con sudor de campesinos, con brisa de las montañas, con el rocío de lluvia, saliva de animales, química de insectos, de flores. Se convirtió en café y en la idea de café. Desde aquella imagen inserta en el imaginario colectivo de la mujer acurrucada en el sofá sosteniendo una taza de café entre sus dos manos, oliéndola, hasta costales de café tostado cruzando el océano en transatlánticos infestados de ratas, en trabajadores africanos, chinos, de cualquier lugar del inframundo cargando los costales. Fue triturado en una máquina, hecho polvo. Fue exhibido en un anaquel de un gran almacén, vestido de plástico dorado y rojo. Fue vendido. Fue comprado. Fue dividido por una cucharita y una parte de él cayó en el colador, fue mezclado con agua. 

Fue Alfredo imaginando, mientras Andrés hablaba acerca de disfrutar de la cotidianidad y para ilustrar su punto, habló de "colar" café e hizo la siguiente pregunta: "¿Te has imaginado alguna vez lo que sucede dentro de la cafetera?" y al pronunciar estas palabras, su imaginación voló. 

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