lunes

(X, Y) ; (-X, -Y)


Ahorita me encuentro de pie sobre el cero de un plano cartesiano, aguardando, mordiendo mis uñas mientras espero el desenlace fatal, este cero es un poco incomodo, es frio, creo que es de metal, es muy resbaladizo y tengo que ser cuidadoso para no caerme hacia el cuadrante -Y, -X. Me aferro a la férrea superficie de este cero esperando abandonarlo pronto, sueño con descansar en el semicírculo inferior de un tres o simplemente navegar montado en un cuatro y no quiero imaginarme como haré para aferrarme al siete diagonal, este plano se extiende hasta el infinito de una hoja de papel milimetrada color verde claro.
En mi camino por los números (quienes nunca han sido mis mejores amigos por eso los escribo con letras) soy de grafito, de ese negro grafito que nunca se borra completamente de la hoja y que cuando se intenta borrar simplemente se termina rompiendo la hoja porque el persistente grafito se niega a morir, así soy yo en este plano, soy negro… Algo se mueve, el cero tiembla y tiemblo yo a la vez, me da miedo pensar hacia a donde iré a parar y me da miedo porque eres tu quien le dicta los valores en este plano, por un momento me muevo al ras del segundo cuadrante del plano el: Y, -X me muevo despacio, paso lentamente por el por el punto cero, menos dos y sigo así hasta el cero, menos tres, estoy tranquilo, descanso en mi anhelado tres y cuando estoy a punto de dormirme, con mis pestañas a punto de engranarse en la oscuridad de mis parpados interiores un vacio toma mi cuerpo, caigo precipitadamente, paso por el menos tres, menos tres sin tiempo de saludarlos, sigo cayendo y mi largo cabello de grafito negro va dejando una línea de mi recorrido, cierro los ojos, apreto los puños esperando el golpe final, ¿Por qué me llevas a esta existencia menos cero?, ¿Por qué dictas los valores necesarios para rodearme de números enteros negativos?

Las coordenadas trazadas en el papel en alguna desalmada imprenta van cortando mi alma mientras desciendo a los infiernos bajo cero, mientras más bajo en el plano y más se corta mi alma en rebanadas de aire, más baja la temperatura en esta hoja verde claro, los puños que una vez cerré mientras descendía a la altura del menos ocho, menos nueve, ya no los puedo abrir por culpa del frío que entumece mis manos. De súbito me detengo (o me detienes) lagrimas negras salen de mis ojos y se congelan a mitad de mis mejillas, miro hacia abajo desde lo alto de mi menos nueve y el vértigo me marea, solo evita que caiga al vacio mi cabello de negro grafito, se encuentra enredado entre los milimétricos cuadrados de la hoja, entra y sale de ellos sirviéndome de arnés en este universo de despiadados números. Mi mundo bidimensional se vuelve a estremecer, tú has dado una nueva orden, ya no caigo, ahora asciendo, subo acercándome a la plana seguridad del segundo cuadrante, solo quiero descansar en él, no quiero más sorpresas ni caer de nuevo…
Desde la soledad del papel miro hacia el frente, hacia el espectador, hacia ti. Desde mis dos dimensiones, mis planas dimensiones, logro verte en todo tu esplendor, tienes alto, ancho y profundidad a diferencia de mi… tienes color y ojos de agua clara, me miras y sonríes, creo que te burlas, me escondo tras el nueve pero igual me ves a través de su círculo superior, ves mis lagrimas ensuciar el papel, ves mis negros ojos devolverte una mirada taciturna, no soportas la numérica honestidad de mi mirada. Una lagrima de sal brota de tu ojo, es una lagrima de verdad, de sentimiento, de recuerdos, de caricias lejanas y besos presentemente olvidados; viene directo a mí, trato de refugiarme bajo el techo del diagonal siete pero este me repudia, me aleja de su cobijo, los números se han ido y ahora solo quedamos tu, yo y entre nosotros una lagrima real, tan real como mis sueños surrealistas, tan tangible como el aire y tan amenazadora como una flor, amenaza con destruirme, con disolverme en el papel y volver a este nítido punto un manchón difuso, por un instante logro ver tu rostro a través del cuerpo de tu lagrima, veo tu cara invertida y observo como tu boca forma las muecas que me dicen ADIOS… Me disuelvo en la sal de tus sentimientos, muero en la absorción del papel, me desvanezco...
-9, -8, -7, -6, -5, -4, -3, -2, -1, 0…

A. Bolaños C.


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