"Y si me voy a perder
Quiero perderme contigo
Bailando al fondo de un bar
En una vieja ciudad
Como bandidos"
Bacilos
Que si el jean, que si la camisa, que si las mangas y el reloj. El café, las gafas. Y llegaste, con esa sonrisa que arrasaba con todo, esa luz imposible de contener. Y fluimos. Me enseñaste que a veces todo sobra, la ropa, las poses, la etiqueta, y nos tenemos que ir a la raíz para poder, más que entender, conectar.
Yo podía morir en tu sonrisa, acurrucarme infinito en ella, apoyar todos tus sueños, tomarte todas las fotos y ser tu mayor publicista. Hasta la música la podía sacrificar, no me hacía falta más que tu cantadito cachaco y la luz del sol para ver tu piel morena. Sentarme recto, aprender el orden de los cubiertos y que las camisas manga corta en Bogotá, simplemente no van.
Aún hoy, Cepeda me lleva a ti. Aún hoy hay cosas que no entiendo y sin embargo atesoro. Y en retrospectiva me siento como Ícaro. Dicen que el presente es infinito, que miles de realidades paralelas desarrollan todos los escenarios posibles. Me gusta pensar que fui más yo, y menos pose. Que te abracé. Que viendo aquella peli viajamos por Francia y, en la oscuridad del cinema, te besé.
Me gusta pensar que fuimos a cenar, que a través de la mesa tomé tu mano y me aceptaste, roto e incompleto. Que nos desvelamos hablando por teléfono. Que fuimos al brunch. Y que una noche en la costa, aparecí, y entre mis brazos te dije al oído aquello que nacía en mi y que sólo en ti podía desembocar.
Me gusta pensar que andamos por ahí perdidos en el tiempo, juntos. Mil fotos, mil sonrisas. Que me sé completos tus lunares. Que tu mano se acostumbró a la mía. Que volteo y te miro a mi lado, y que juntos miramos al frente.
Tantos anhelos para alguien que simplemente te esperó un día sentado en un café.
Me gusta pensar que en esa realidad, estoy escribiendo sobre un tonto que no fue, que actuó, y hago el ejercicio, casi imposible en esa realidad, de imaginar que no estamos juntos. Sonrío frente al computador, mientras te veo salir ataviada entre el bolso y el abrigo. Vas tarde. Te detienes un segundo y me miras, me miras con tu sonrisa, más allá de tus ojos. Me miras y me tocas antes de irte, desde la puerta, me tocas en la distancia, como me tocas hoy.
Desde otra realidad.