sábado

Llega un diciembre más...

En esta oportunidad me gustaría compartir con uds un escrito que data de diciembre del 2007 y que habla sobre la familia y esa hermosa tradición que es la navidad, la cual va más allá d religión o costumbre y encuentra su fuerza en la unión familiar. Llega un diciembre más

Llega un diciembre más, el viene cargado de emoción, viene cargado de luces, cargado de rojos, dorados y verdes, hallacas, pan de jamón y sobre todo familia; nos ponemos de acuerdo, nos llamamos y pensamos en los que tenemos tiempo sin ver, pensamos en los que ya no están con las lagrimas al borde de los ojos…
Y ya no somos los que ayer esperaban el aguinaldo para comprar los estrenos, ya no somos los que ansiosos esperaban el 25 en la mañana para destapar los regalos; la época en la cual nos quedábamos dormidos en las incomodas sillas pegadas (que hacían la peor imitación de una cama improvisada) tras correr por horas con nuestros primos y hermanos por el salón de fiesta al son de la grandiosa Billo´s Caracas Boys, ya pasó.
Hoy, esos tíos que ayer enérgicos bailaban (y algunos hasta querían ser como el dichoso Ariel que tenía locas a todas las chiquitas) tienen sus caras marcadas con el paso de los años, sus sienes plateadas por la experiencia. Hoy, aquellos niños que ayer jugaban con los muñecos de Hi Man y que siempre en algún momento de la fiesta decembrina terminaban bailando en los brazos de su padre/madre/tía/tío o a fín, tienen hombros fuertes, bellos en la cara y cayos en las manos, ellas, ya no son las niñas de ayer, ahora son las mujeres que embellecen la familia, ahora son las nuevas madres de la casa; pero a pesar de que pasen los años, a pesar de que los tiempos sean mejores o peores, nosotros, los niños del ayer, seguimos estremeciéndonos con una canción de la Billo´s, se nos agua el guarapo con la famosa gaita “Faltan cinco pa´ las 12”, nos deleitamos con las hallacas de nuestras madres y abuelas, añoramos a los que no están cuando suenan los acordes de paso doble, cuando sintonizamos la famosa emisora esa que da el año nuevo, aquella que nunca encontramos sino hasta 2 minutos antes de que se acabe el año; Y nos comemos las uvas, apretamos bien duro nuestros dólares, nos embuchamos con las arvejas (que son pa´ la abundancia), nos abrazamos una y otra vez con los que sabemos pronto no estarán y nos abrazamos con los que acaban de llegar, esos niños de hoy, que juegan ajenos a todo este sentimiento familiar, pero que mañana con toda seguridad recordaran a su familia y a esos momentos invaluables… Al sonar el cañonazo estallamos en abrazos y con ellos vienen las lágrimas (que nunca faltan), lloramos, nos reímos, recordamos y deseamos que la familia se quede así como está por siempre, que los años no pasen, que nadie envejezca, que la vida se detenga en ese alegría eterna, en esa fiesta interminable, en esa pachanga de hallacas, pernil, ensalada de gallina, champán, wiskey, estrenos…

Así como la noche pasa y el año viejo (pobre viejo año) se va, llega la resaca, la arepa de pernil con tomate o la hallaquita recalentada (que sobró de la fiesta), la casa hasta el tope con colchones improvisados para acomodar a los que llegaron de lejos (y los que viven cerca también) y así el ciclo continúa, llega un nuevo año, nos olvidamos por meses, cuando nos vemos nos abrazamos con fervor, con amor, en familia, esa familia que en los corazones celebrarán por siempre unidos en la fiesta eterna de la NAVIDAD, la champaña siempre burbujeará…

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