martes

El puto tazón de cerámica...


     Te espero en esta casa de madera podrida, en la ventana que se está cayendo, en el jardín lleno de maleza, porque acá la maleza crece caprichosa y esparcida, como crece en las aceras de las urbanizaciones viejas y acá las casas se agrietan, entre esas grietas te espero.
Vivo en esta casa con Diana, ella no te espera, la casa le hizo olvidar, se la pasa en la escalera, en ese nivel intermedio que se encuentra en el descanso de la escalera, como en un limbo, como en el purgatorio. Te espero en esta casa y ondulo entre el cielo y el infierno. Si escucho un sonido, bajo corriendo y tropiezo a Diana en el descanso, ella ni se percata, cuando llego al infierno maldigo al gato y a su puto tazón de cerámica… Subo a recostarme en mi cuarto que huele a humedad, en las esquinas del techo un color verde indescriptible se agolpa, con textura de terciopelo y olor a lluvia.
En mi cuarto, como ya sabrás, la única distracción es la ventana, pero desde mi cama no se ve, tendría que acostarme con la cabeza hacia el pie de la cama y los pies hacia la cabecera para verla, pero me conoces y sabes lo eternamente terco que soy, me gusta todo a derecho, nunca me pongo el pantalón antes que las medias, nunca me afeito con hojilla vieja y por ser como soy es que aún te espero, pues me dijeron que venías, cuando lo dijeron no lo creí, hasta la noche en que tuve el sueño.
En él no me lo decían, me lo decías tu, sin pronunciar palabra te me apareciste a la sombra de un árbol. ¿Qué sé yo qué árbol era? Sabes que no conozco de botánica, pero sí te puedo decir que era de esos árboles que se veían en la carretera cuando íbamos hacia Barinas y manejabas con la ventana abierta y tu cabello volaba, bailaba con el viento, yo te espiaba desde el asiento trasero mientras me hacía el dormido y en cada curva o frenazo sentía mi alma expirar, no por el miedo a morir, tu sabes que morir contigo es lo mejor que podría desear, se me iba el alma al pensar que todo aquello era un sueño, que no existía el carro, la carretera, ni Barinas, ni siquiera tu cabello bailando con el viento o los árboles que borrosos veíamos pasar, árboles como en el que te apareciste cuando soñé contigo: te dibujaste en la sombra que el árbol proyectaba en el suelo y con el susurro de una hoja que caía me dijiste “Yo vuelvo”.
Por eso aún te espero en esta casa de madera podrida, olor a humedad y pisos fríos, te espero en esta casa donde se agolpa el polvo sobre los adornos que ya nadie mira, que ya ni adornan, te espero cada vez que el gato hace ruido con el puto tazón de cerámica en la cocina, te espero con Diana en el limbo, quien no te espera y te ha olvidado, tal vez porque no soñó contigo…

A. Bolaños C. - @snooprave

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