El sol escondiéndose y mientras la oscuridad imparable avanzaba las ganas de cazar avanzaban con ella…
La noche anterior la faena había sido dura, los despojos de botellas de ron y vodka se arremolinaban en nuestras cabezas, torturaban nuestras sienes y el eco del reggaeton seguía rondando nuestros oídos, a toda esta confusión se le sumaban las cuentas mentales para ver si el dinero alcanzaba para una nueva cacería, la noche es cara y nos desgasta, pero aún así, seguimos cazando, ¿Por qué?
Eso se sabe al entrar al Terreno de Caza. Luces, música alta, cigarro, ron, vodka, wiskey y lo mas importante: Mujeres, ellas, de todos los estilos, esperando ser atrapadas por su cazador, pero no tan fácilmente, se tiñen d luz, sus piernas resplandecen bajo la tutela d unos cortos shorts y sus pies... Sus pies enfundados en altas sandalias despiertan las más insospechadas sensaciones y están ahí y así precisamente para eso, para atraparnos, simplemente se posan como sencillas presas, descuidadas cual cervatillo bebiendo agua, una mirada fugaz, un roce circunstancial de manos, una sonrisa ingenua y ahí está el depredador, garras preparadas, concentración mental, músculos tensos aguardando el momento ideal para abalanzarse sobre su suculenta presa y ella distraída, confiada, al alcance de la garra…
Se da el momento, colocan la canción, la gente despeja el camino entre el hambriento cazador y su presa, este le llega, las palabras sobran, todo está tácito, la presa quiere ser atrapada, se une el pecho del cazador a la espalda de la presa, vibran al ritmo de los bajos, aspiran sus olores, se mojan juntos de sudor, se vuelven dos solos entre la multitud y finalmente el cazador queda atrapado por su presa, indefenso, la presa se convirtió en depredador, lo tomó entre sus fauces y lo puede devorar cuando quiera, juega con el, lo mira, se acerca, se aleja, lo roza, lo presiona, ya lo tiene y el cazador también cumple su propósito: convertirse en presa inadvertida...
Definitivamente Hoy Salimos!
A. Bolaños C.
La noche anterior la faena había sido dura, los despojos de botellas de ron y vodka se arremolinaban en nuestras cabezas, torturaban nuestras sienes y el eco del reggaeton seguía rondando nuestros oídos, a toda esta confusión se le sumaban las cuentas mentales para ver si el dinero alcanzaba para una nueva cacería, la noche es cara y nos desgasta, pero aún así, seguimos cazando, ¿Por qué?
Eso se sabe al entrar al Terreno de Caza. Luces, música alta, cigarro, ron, vodka, wiskey y lo mas importante: Mujeres, ellas, de todos los estilos, esperando ser atrapadas por su cazador, pero no tan fácilmente, se tiñen d luz, sus piernas resplandecen bajo la tutela d unos cortos shorts y sus pies... Sus pies enfundados en altas sandalias despiertan las más insospechadas sensaciones y están ahí y así precisamente para eso, para atraparnos, simplemente se posan como sencillas presas, descuidadas cual cervatillo bebiendo agua, una mirada fugaz, un roce circunstancial de manos, una sonrisa ingenua y ahí está el depredador, garras preparadas, concentración mental, músculos tensos aguardando el momento ideal para abalanzarse sobre su suculenta presa y ella distraída, confiada, al alcance de la garra…
Se da el momento, colocan la canción, la gente despeja el camino entre el hambriento cazador y su presa, este le llega, las palabras sobran, todo está tácito, la presa quiere ser atrapada, se une el pecho del cazador a la espalda de la presa, vibran al ritmo de los bajos, aspiran sus olores, se mojan juntos de sudor, se vuelven dos solos entre la multitud y finalmente el cazador queda atrapado por su presa, indefenso, la presa se convirtió en depredador, lo tomó entre sus fauces y lo puede devorar cuando quiera, juega con el, lo mira, se acerca, se aleja, lo roza, lo presiona, ya lo tiene y el cazador también cumple su propósito: convertirse en presa inadvertida...
Definitivamente Hoy Salimos!
A. Bolaños C.
