Poster del film "Being John Malkovich" |
"Como la vida,el enamoramiento,todo es pasajero"
Amor, esto tenía que pasar. Es el
entusiasmo del escalador al emprender una cuesta, es la ilusión, el
anhelo, la idealización de la cima y al llegar a ella, darse cuenta
de que sobre su cabeza no hay más que cielo, es maldecir a los
dioses por no ser un ave para escalar el vacío, es darse cuenta de
que se alcanzó todo y que ahora simplemente queda bajar, bajar
desanimado, bajar hecho mierda, mirando al suelo, pateando las rocas.
Amor, eras tu, la sonrisa de luz, olor
de piel intacta, cabellos de fábula, y era yo, la promesa de un
cuento mejor, la voluntad de llevarte a volar, era yo, un ánimo
inmenso, pero corto, sin una convicción real y profunda. Éramos
dos, sumergidos en un sueño, un sueño rico, lleno de matices, pero
a la vez un simple sueño que cualquier pequeño ruido podía
desvanecer.
Aún así, sabiéndolo o no. Nos
sumergimos y nos creímos la historia, la sentimos real. Escalé en
tus miradas, ascendí en tus palabras y siempre quise darte más,
siempre quise que eso fuese real, siempre anduve diciéndome que si yo
lo creía, no tenía por qué no ser real. Pero no somos uno, amor,
no somos ni siquiera dos, somos muchos, miles de personas, en un
mismo cuerpo, creyendo que algo nos define, cuando lo que realmente
nos define es la nada. Es la desunión de pensamientos, sentimientos,
criterios que se agolpan dentro de nuestra carne. Somos ese
torbellino, un huracán tal vez, que si se descompone, nada queda,
solo despojos.
Entonces, amor, ¿cómo podría una
profunda convicción, aun basada en algo tan certero como tu sonrisa,
mantenerse en la nada, en el caos de la nada?
Esto, tenía que pasar. Pues al
alcanzarte, al conquistarte, este yo, que no es nadie. Sintió el
vacío del cielo sobre su cabeza. Volvió la mirada y descubrió que
quedaban recuerdos, una vaga percepción de enamoramiento, pero sobre
él, tal vez por la melancolía de algo que nunca fue, un sentimiento
derrotista, profundo y probablemente pasajero como todos mis
sentimientos.
Ya no hay la emoción de
entonces cuando me dormía con tu sonrisa en la oscuridad de mi
sueño. Ya no hay más promesas de días de sol, playa y brisa
moviendo tu cabello corto. Ya no existen las ganas. Porque ya no soy
yo, o mejor dicho, soy este que siempre he sido, un cúmulo de otros
que no reconozco como yo. Y de repente nace este sentimiento
inexplorado y es incómodo. Es raro, porque constantemente me siento
en otra piel y cuando me comienzo a acostumbrar, cuando creo más o
menos saber de qué va todo, suponer que al despertar todo será un
proceso monótono de vida, como cualquier otra persona, que sentiré
sin duda alguna, el piso frío bajo mis pies y que puedo tener la
certeza de sentirme feliz si me como un pedazo de chocolate o si te
beso, cuando creo que el rompecabezas encajó y que por fin seré
este, hasta que me jubile o hasta que me muera si tengo suerte, me
descubro siendo otro, otro, un atontado que se deja llevar, o, en los
días buenos, un hijodeputa que tiene el valor de escribirte que ya
no te quiere y que nunca te amó.